Hace tan sólo unas horas que me llamaste y ahora por fin he sentido la fuerza de tus manos, la sensibilidad de tus dedos, las caricias de tu piel. Hace frío, la noche aún no quiere marcharse y estamos por fin solos, tú y yo. Las miradas de aquellos extraños se han alejado de nosotros, nos han dejado en la soledad de unos bancos que guardan los secretos de sus efímeros transeúntes que las habitan y abandonan sin remordimiento. Aquellas voces lejanas que escuchamos se mezclan con nuestra conversación vestida de silencio, que nos interrumpe en nuestro momento de intimidad.
Cada vez que nos vemos es como la primera vez, tímidos, callados, ordenados, a veces pienso que hasta olvidados de amor. Pero cuando me entregas tu mano, te entrego la mía llena de deseo y locura, de pasión desbordada por hacerme tuya, para sentirme al final arrastrada por ti.
Apenas te das cuenta, pero mis ojos jamás se separan de ti, y yo sí siento como tu mirada nunca me abandona, como me proteges de aquellos que me desean, que me buscan, pero que jamás me entregarán el amor que desde el primer día tú me diste a mí.
Hoy quiero que sepas que nunca te reprocharé este amor esporádico que me entregas, que sentirse amante no tiene nada de maldad, que siempre entenderé que soy tuya sólo cuando lo deseas o incluso cuando sólo puedes abandonarte a tu vida rutinaria. Hoy quiero que sepas que siempre te agradeceré que me llenes de recuerdos, de las letras que me dejas tatuada en mi piel, de los aromas de unos lugares que un día fueron extraños a nosotros y que siempre estarán ahí. Hoy no puedo sino estar agradecida de esos instantes que sólo tú y yo conocemos, que escondemos en pequeños huecos de nuestro corazón.
Nadie comprenderá como me haces sentir llena de vida en mi diaria muerte anunciada que algún día llegará, porque sé que ese día llegará, en la que me abandonarás. Pero hasta que llegue ese momento, seré la única que guarde tu intimidad, tus secretos, tus confesiones perdidas en los recuerdos, porque en mí nunca conservarás un olvido.
Aquella voz vuelve a escucharse, es nuestra hora por fin. Me siento observada, me das la mano y yo me entrego sin excusa a ti. Siempre te callas el tiempo que ahora permaneceremos juntos. Un día, dos, tres, los que sean, ahora me siento amada por ti.
A mi maleta de viaje, a mi eterna compañera….