AÚN QUEDAN BANDERAS SIN TELA

20140215-083047.jpg

Iba a decir que la vida está llena de casualidades, pero como hay mucha gente que dice que las casualidades no existen, entonces diré que la vida es pura ironía. No puedo negar que hoy escribo no sin cierta dificultad, pero no por nada en especial, sino simplemente porque sé que es probable que mientras pulso sin parar las teclas del ordenador, algunas de mis ideas se pueden a partir de ahora derribar.

Una mañana, una tarde o una noche, recibí un mensaje con una palabra, PLURALIDAD. Como decía antes, por aquellas casualidades de la vida, ¡ay perdón!, por aquellas ironías de la vida, en ese instante por mi cabeza rondaba en silencio un pensamiento que me decía que aún nos queda mucho por recorrer para que exista en nuestra sociedad la verdadera PLURALIDAD. ¡Claro!, a mi interlocutor o interlocutora, permítanme que guarde su anónimato, no le iba a decir que en ese instante comenzaba a tener un debate personal sobre este concepto, porque quizás ni él o ella se lo llegaría a creer, pero si llegas a leer esta entrada, que sepas que así fue.

Somos muy dados a enarbolar banderas, a colgarlas de balcones y mástiles como muestras de identidad. A ondearlas como símbolos de diferenciación y de adoración colectiva e individual. Y no hablo de aquellas banderas que son símbolos de represión y del horror (creo que aquí ya empieza a caerse alguno de mis principios), sino de aquellas banderas que sarcásticamente hablan de libertad, respeto y pluralidad. ¡Vaya!, ya apareció la palabra de la que realmente quería hablar.

En las últimas fechas he sido testigo de escenas que me demuestran como sacamos rápidamente a la calle nuestras banderas, esos símbolos de identidad, que dicen esconder detrás de sus colores, la pluralidad como uno de sus principios rectores. Pues qué quieren que les diga, no comparto una bandera, ni ninguna otra, que se apropie de dicho principio y en el fondo no la lleve a la realidad (aquí se empieza claramente a ver como se me caen mis propios principios).

La expresión de la cultura de un pueblo o de un movimiento social; de los sentimientos individuales y que son mucha de las veces, propios de una colectividad; de los ideales políticos, como herramienta para el desarrollo y crecimiento de nuestro mundo; de los movimientos religiosos y sus formas de expresión de cara a la sociedad; y las tradiciones enredadas en nuevos tiempos… La pluralidad se encuentra en cada rincón de nuestro día a día, en pequeños detalles insignificantes de nuestra convivencia diaria. Y aunque la enarbolemos como seña de identidad, al final, no nos duele en prenda olvidarla para hacer que nuestros ideales se encuentren por encima del resto, despreciando éstos sin ningún tipo de piedad.

Que cada uno y cada una saque sus propias conclusiones, pero me da que aún nos queda muchas banderas sin tela, sin esa tela de la verdadera pluralidad.

CIEN…

la foto

Quiero daros las gracias por soportar mis letras desordenadas, esas que un día quisieron encontrar su propio camino. Por mis palabras perdidas en un mundo de silencios, y por mis reflexiones, a veces absurdas, pero que han deseado rasgar un trocito del alma. Hoy quiero daros las gracias porque si he llegado a este punto, al final de un recorrido, hoy comienza un nuevo trayecto que es necesario emprender.

He puesto la mirada en aquel primer día y hoy ya han quedado atrás noventa y nueve entradas en este blog. En cada una de ellas he dejado un instante de imaginación, hablando del paso del tiempo, de los recuerdos y del olvido, del silencio, de la ausencia, de los problemas cotidianos, de la muerte, del amor,…. en definitiva, de los instantes de la vida.

Cien, 100. En letras o en números. Cuando se llega a él todo parece acabar, pero también se produce el inicio de un camino, el comienzo de una nueva etapa que nunca pensé que podría llegar. Un día decidí que al llegar a esta entrada lo dejaría todo, quizás como un legado de vanidad para algunos, o de simple inexistencia para la gran mayoría. Abandonaría este proyecto personal, como es el de compartir aquellas ideas que se vienen a la cabeza y que decides plasmar y dejarlas por escrito, en lo que antes era un papel y ahora es la pantalla de un ordenador. Y lo haría con todas sus consecuencias, con lo bueno y con lo malo. Sin embargo, cuando ves que llega el final, tomas consciencia de que ahora todo vuelve a empezar. Pero claro, ya no es lo mismo, ahora el punto de partida es otro. Tu forma de ver lo que te rodea ha cambiado y empiezas a comprobar y valorar otros aspectos de la vida, que quizás un día pasaron por tu lado sin mayor importancia y que ahora los ves con la mirada de un tiempo vivido.

Y cuando llego a cien, a este número emblemático, me detengo y compruebo que algo de despedida sí que existe. De repente llega a mi cerebro esa palabra que he intentado muchas veces evitar, de eliminar por miedo a conocer lo que habría detrás de ella. Esa palabra que apenas utilizo en mi vocabulario porque siempre pensé que tras sus letras no queda nada más. Ese vocablo compuesto por cinco letras, que apenas sale de mis labios y cuando lo escucho, intento casi ignorar. El adiós es una despedida sin retorno, es la puerta del olvido, cuya cerradura tiene una llave oxidada de recuerdos. El adiós se convierte en ese abismo de oscuridad que no tiene ya un fondo para caer desvanecido. El adiós es un fin indeseable que nadie quiere escuchar.

Sin embargo, una tarde aprendí que el adiós es un hola. Que una despedida es una puerta abierta para conocer otro mundo, otra mirada, otra palabra. Una tarde aprendí que una «casualidad» convirtió el adiós en una rotonda con diferentes vías de salida, que te llevan de repente a otro recorrido, que te enseña que siempre hay otras baldosas que pisar, que recorrer y vivir. Y descubres que la vida es eso, una despedida continua, un adiós que se transforma en un hola, un cruce de caminos entre el fin y el principio, que se transforma en principio y fin. Es el anochecer que despide al día, para regresar al amanecer. Y una vida que se marchita para llegar a ser muerte y en ese instante volver a nacer.

Una tarde aprendí que aquella palabra, ese adiós, no cerró puerta alguna. Que ese adiós no llevaría al olvido, porque detrás de esa puerta existe otro camino que debemos emprender y siempre veremos que una despedida nunca se convirtió en un adiós, sino en un hasta otro momento, un hasta luego teñido de otros colores, de otras palabras que ahora se han transformado y que han vuelto a ser un nuevo amanecer.

Olga Serrano

Escribiendo...

Lujuria Y Verso

Escritos, pensamientos y deseos. Sin rima, ni prosa. Mi universo en letras.

Confieso que he perdido el miedo

Ya no hay compuertas ni muros que retengan mis palabras. Ahora somos compañeras insurgentes hacia lo que nos hiere.la belleza y la ironía son las mejores armas para expulsar la indiferencia.

La de Maldita Melena

Blog personal de Natalia Robles Mures

Endless dreams and boundless imaginations!

We only live once. Hence, let's not stop dreaming

Alma

Poesía y relatos basados en mi vida y la de otras personas.

A %d blogueros les gusta esto: