Hablar, hablamos de todo, pero decir, decimos poco. En los tiempos que corren (y que siempre han corrido y seguirán corriendo), los que más podrían decir, no están callados, pero sí están silenciados. Lamentablemente nadie le pone un micrófono a aquellos que tienen no la autoridad de quienes son, sino de los que saben decir y no solo hablar. Por desgracia, los que podrían mostrarnos un cierto camino de claridad ante el panorama que estamos viviendo, no les dan el prime time, porque para qué, si seguramente ninguno de ellos llenaría la máquina registradora de los que están controlando el basurero de noticias diarias.
La mentira se ha convertido es una contorsionista de nuestro día a día. Las banderas se han transformado en lazos, los pensionistas han tomado las calles porque solo ellos saben lo que es la revolución de una primavera, un máster deshonra la propia palabra de la que toma origen en latín; un expresidente de una comunidad autónoma, la mía, dice haberse enterado por la prensa de unas ayudas sobre las que no ejerció su debido control; se habla de que cada vez existen menos derechos y libertades, pero a ninguno de esos les escucho hablar de las obligaciones que está dispuesto a asumir; y por desgracia, y no me queda más remedio que generalizar, parece que los políticos han olvidado que la honestidad es un atributo que debe acompañarles a lo largo de su trayectoria como servidores de lo público.
Como apuntaba al principio, hablar, hablamos mucho, y hasta yo mismo, solo hago hablar, pero no digo nada. O sí. Porque quizás lo que quiero destacar es que esta sociedad está más pendiente en la actualidad de sacarle punta a todo, que de escribir sin torcer los renglones su propia historia. ¡Ah por cierto!, si de sacar punta se trata, el señor don Mariano Rajoy, en su intervención en defensa del ataque a Siria (de lo que no hablo ni digo nada por mi absoluta ignorancia), mostró con sus palabras cómo el machismo se encuentra demasiado arraigado en nuestra conciencia individual, porque justificó entre otros motivos dicho ataque para proteger a la población más indefensa, y ¿saben a quién incluyó entre los más indefensos?, pues a las mujeres y a los niños. Así que por sacarle punta, pensé: ¿estamos ante un lapsus machista mental?
Aquí termino, que ni he hablado ni he dicho nada, así que nadie me lo tome en cuenta, que mi intención no era sacar punta.
Lo peor de todo: las mentiras que la prensa y la tv. Nos engañan diciendo que son «noticias», pero son falavias al servicio del poder. Un poder caduco, dañino e irrespetuoso con su pueblo y con la historia. Lo único que siento es vergüenza.
Lo del machismo va de la mano del fascismo, la ignorancia y el cinismo.
Yo tampoco digo nada, solo hablo.
Buen post, Juan Antonio. Feliz día
Muchas gracias Lidia por tus palabras y tu reflexión. Tú sí dices mucho, no solo hablas. Tus pensamientos están llenos de certeza y realidad.
Un abrazo enorme
PD. Y no te preocupes por las erratas, que era comprensible
Siento las erratas. Me desenvuelvo mejor con el teclado del pc que con el móvil 😅
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