La violencia de género vive a nuestro lado, la tenemos más cerca de lo que imaginamos y la mayoría de las veces miramos a nuestro alrededor y pensamos que sólo parece existir en las noticias de televisión, en los periódicos y en el resto de medios de comunicación. Sin embargo, la violencia machista se encuentra tan cerca, que la podemos descubrir detrás de cada puerta, en el interior de un llamado hogar que tras una fachada aparentemente bien construida, existe un drama personal que desconocemos unas veces y otras miramos de lado.
Tu nombre, impronunciable palabra escondida
en la profundidad del mar, caído en el abismo del deseo,
desnudo quedó en aquella habitación.
El agua descendía lentamente por los meandros de tu piel
caricias que fueron un día rayos de amanecer,
hoy ocultan pétalos marchitos golpeados por el dolor.
Malditos segundos, lento su caminar en el tiempo,
hizo perder miradas detrás de los muros
levantados por una rabia rota de un amor abandonado,
en el paso de horas eternas de largos días de oscuridad
estuvo encadenada al recuerdo de una confesión.
Los caminos áridos de la soledad se perdieron en la noche
entre voces llegadas del pasado,
se hicieron cicatrices en la garganta
cosidas con hilos de silencios.
Sobre crujidos lamentos de un olvido
rompieron la mirada en mejillas plateadas,
detrás de una puerta, con notas musicales desafinadas
de un cerrojo oxidado.
¡Abre tus ojos! ¡Grita!,
no calles tu dolor, que no sea tuyo,
es nuestro clamor.
Tu voz, llave de salida de un laberinto de cristales,
tus ojos, agua cristalina de esperanza,
testigos somos ahora de una sonrisa
de entre la espuma de un mar calmado.
Una respuesta a «DETRÁS DE LA PUERTA»