Sí, no.
Bien, mal.
Blanco, negro.
Derecha, izquierda.
Perro, gato.
Norte, sur.
Día, noche.
Sol, luna.
Cielo, Tierra.
Hombre, mujer….
Esa parece ser la inquietud callada del ser humano, la de simplificar todo en dos caras, dos puntos, dos elementos. De esta manera nos pasamos la vida como auténticos autómatas buscando la forma de ser reductores de los elementos más básicos de lo que nos rodeamos, realizando las comparaciones contrapuestas más simples de nuestra existencia.
En esa misteriosa y compleja parte de nuestro cuerpo como es el cerebro, que curiosamente está dividida en dos, se concentra la decisión básica de separarlo todo en dos partes. El cerebro debe estar diseñado con códigos binarios, de ceros y unos que contienen toda la informacion necesaria y básica para vivir o sobrevivir. Supongo, y por eso no me extraña, que el lenguaje informático tendrá su origen en este modo de pensar y proceder de los seres humanos, y que por lo tanto esa invención que ha revolucionado el mundo de nuestros días, como es el ordenador, es por lo que utiliza como lenguaje ese código binario. Al fin y al cabo, y si dicen que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, imagino que el hombre ha construido una mente artificial, igualmente a su propia imagen y semejanza.
Tendremos que acudir a los profesionales de la medicina, de la psicología, y de todas aquellas ciencias médicas, para que nos expliquen porqué y para qué estamos diseñados así, y tendremos igualmente que acudir a los doctores de la filosofía para que nos den una respuesta a este modo de proceder de los seres humanos.
Desde una visión personal, ignorante y simple sobre esta materia, lo que tengo es la sensación que nuestra complejidad como ser humano es sólo un escaparate, llena de adornos y elementos que rodean un cuerpo y una mente que envolvemos en un papel de regalo, que lo vestimos de trapos y ropajes que nada tienen que ver con nuestra verdadera piel. Y cuando tomamos consciencia de esa extraña complejidad sobre la que construimos nuestra realidad, ésta nos lleva en el final de nuestro camino a reducirlo todo a dos elementos enfrentados, a la continua confrontación de dos partes, de dos ideas, a redimensionarlo todo a lo mas básico.
Y por todo ello, al final de este viaje, cuando comprendemos lo importante que es cada instante que vivimos, todo se termina concentrando en la interpretación de ese código binario que también lo encontramos en dos elementos contrapuestos, como son la vida y la muerte.
Genial felicidades !!!