A CONTRALUZ

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La cama sin deshacer del amanecer,
la inmóvil mecedora de sueños desvanecidos.
Las cortinas descorridas de la noche,
el tapaluz de una ventana tapiada.
Espejos que reflejan la oscuridad.
Contraluz.

El horizonte sin bruma del atardecer,
los rayos de sol entre un cielo vestido de nubes.
Desierto de arena mojada,
lluvia seca de lágrimas.
La envidiosa noche que anheló la luz.
Contraluz.

La fotografía que nunca dejó un recuerdo,
el olvido que siempre estuvo presente.
Estanterías de libros sin palabras,
una radio muda de música y voces
y que sintoniza el silencio.
Contraluz.

Laberintos y calles sin salida,
de eterno retorno al final.
Mapas sin longitud ni latitud,
rutas de un destino escrito y por escribir.
Contraluz.

Charlatanes de feria en auditorios de soledad,
caminar sentado desde un incómodo sillón.
Como querer estar en paz sin haber estado antes en guerra,
somos soldados de plomo fundido.
Momentos de la vida que dibujamos a contraluz.

SIN PALABRAS

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Sin palabras en el aire.
No fue silencio.
El viento eterno que viene y va,
que nos lleva y nos trae de este mundo
de un sueño a esta realidad.

Sin palabras en la hoja desnuda.
No fue silencio.
La blancura de su piel se dejó tatuar
por la tinta del deseo difuminado en el tiempo,
entre el paso de las horas que se rompen a su caminar.

Sin palabras en la noche.
No fue silencio.
Fronteras impensables de dos miradas en la oscuridad,
de la luz añorada que el pasado se llevó sin mirar.

Sin palabras en las caricias.
No fue silencio.
Roces de piel callados
fueron susurros de una voz en la madrugada.

Con palabras en nuestros ojos,
llegó el silencio en los labios olvidados.
Palabras que un día fueron heridas
hoy se desnudan en el abrazo soñado de cada amanecer.

CIEN PALABRAS Y UN SILENCIO

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La noche
quiere ser día en una espera callada
cuando el atardecer soñó el amanecer.

La oscuridad, silenciosa,
desea ser luz incandescente de la mañana
envuelta en los deseos que llevan a los sueños.

Y el calor,
entre sábanas ardientes de pasión,
se busca en el frío de un invierno añorado
para llegar a ti.

Las puertas fueron un día ventanas abiertas de par en par,
de una primavera perdida,
nostalgia de un otoño de recuerdos
que rozaron la frontera del olvido.

Y entre renglones de cuadernos abandonados
en cajones de madera
el grito de cien palabras se hicieron silencio.