DE ORILLAS A ACANTILADOS

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Fueron las amantes perfectas,
las que se arrojaron al abismo de la pasión,
las que se olvidaron de sí mismas
en el efímero reloj de la vida.
Las que derramaron el deseo en su orilla,
entre dos cuerpos devastados por las caricias.

Fueron tierra mojada.
Sedienta la arena de ser la mar,
hambrienta la espuma
por alcanzar eso que el hombre llamó destino,
la tierra,
esa frente a la que nos detenemos
buscando los finales,
sin ser el final.

Y las dos se miraron por última vez
haciendo culpable al tiempo,
cuando la orilla se volvió abrupta
por rocas que se elevaban hacia las alturas.
Las dos comenzaron a alejarse por primera vez,
olvidando los días pasados
en esa otra frontera
de olas que ahora rompen contra acantilados,
y todo,
porque sintió la Tierra envidia de ser la Mar.

NOCHES DE CAOBA

 

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Naciste en la madera rota del tiempo.
Alcohol derramado en la piel
de cristales que se quiebran en la copa,
de tu aroma se llena el aire.
No buscas sueños, ni otros mundos donde vivir,
eres infierno oculto de un falso paraíso.

Sientes la intimidad de la noche,
de realidades escondidas detrás de cada sorbo
como naipes mezclados que desvelan la vida al azar.
Perfumado líquido de ebrio final,
dejaste calles vacías de silencio, ¿qué fue de la noche?
Niños vestidos de hombres, frontera de juventud,
oscura inmadurez de ojos fugados de la infancia
que el atardecer se llevó en el horizonte.

De bar en bar, tinieblas con olor a tabaco,
atmósfera de ahogo. No escuchas la música,
pentagrama de sordas letras perdidas. Ruido,
en barras húmedas de estúpidas risas de nostalgia,
lágrimas secas del anhelo
caen al suelo atrapadas en la voz de unos labios callados.

Esquinas impúdicas de noctámbulos, rincones
de pasos caídos en el olvido.
Cálido amanecer invernal, frías noches de verano.
Se desliza por la garganta, seco, dulce y ardiente,
elixir del olvido, verdugo de recuerdos arrastrados en el fango.
Observo el distorsionado cuerpo del amor
entre las gotas que descienden por las laderas de la oscuridad.
Noches de whisky caoba dejaron una secuela,
varado en la orilla del olvido, un recuerdo que dejó atrás su final.