Atrás quedó el invierno,
abrigado en la soledad de las noches,
en las horas interminables del insomnio.
Atrás olvidamos la primavera,
de flores secas
que durmieron sobre nuestra almohada.
Atrás quedará en unos días,
la canícula de un verano,
en el naufragio de un mar,
sin besos con aroma a sal.
Sobre las estaciones
que esperan regresar,
he encalado las paredes
para ocultar las sombras,
las que cada noche, en silencio,
estuvieron sentadas, mirándonos,
en el borde de nuestra cama.
Sobre las estaciones,
he quitado las telarañas,
que se mecen cada amanecer
bajo el dintel de la puerta
de nuestra habitación.
Se asoma su luz sobre el pretil
de las azoteas llenas de tendederos.
Se asoma con la timidez de un indeseado,
con las caricias del levante entre las sábanas,
las que rompimos cada madrugada
en la ceguera de nuestros ojos
que se miraron con odio.
Esta mañana hemos encalado nuestro otoño.
Fin de año. No hay uvas para celebrarlo, pero sí un calor sofocante en las calles, que apenas deja respirar. Una ola de calor dicen los expertos. Los que no sabemos del tiempo meteorológico, pero sí de ese otro tiempo que habla del paso de los días, de los meses y de los años, ya sólo nos queda por contar, no ya primaveras, (que también por aquello de lo romántico de la expresión), sino batallitas del pasado que comenzamos a acumular. Hablo del pasado cuando es todavía presente, pero hoy os escribo de algo que me he llevado a mi mochila de historias: la del encuentro con un grupo de alumnos, que sin saberlo ellos, me han hecho vivir, respirar, sentir y hasta emocionarme con algo a lo que tengo una gran pasión, la poesía.
Fin de año, sí. Fin de año porque en estos días se cierra otra etapa, otro curso, otro año escolar. Habrá despedidas sin un adiós. Habrá adioses, pero sin despedida. Hoy coincidiendo con el comienzo del verano, me ha tocado vivir esa experiencia de encontrarme con pequeños adultos que a poco que te despistes te sorprenden, y una vez repuesto del despiste, te vuelven a sorprender.
La II Semana cultural del CEIP Azorín de Rota está echando el cierre, y de nuevo he tenido la fortuna de formar parte de ella. Cuando me invitaron a participar, no dude en decir que sí. Aunque a decir verdad, al minuto siguiente pensé que me había metido en un lío, pero bendito lío. Un taller de poesía me dijeron para alumnos de 5º y 6º. A los dos minutos, cuando ya el teléfono estaba colgado, reaccioné, pensé que más que un lío, era una aventura temeraria, pero como no, esa aventura había que vivirla.
No quiero extenderme más, sólo quiero compartir con todos en este blog esa aventura de la poesía de los alumnos del CEIP Azorín. Poesía para niños dicen algunos, poesía para la vida prefiero pensar mejor.
Aquí os dejo los videos que han visionado, así como los textos que ellos han creado a través de los juegos de palabras que sabido perfectamente utilizar. Los que tenemos otra edad, a veces olvidamos el verdadero sentido de los juegos de palabras, y convertimos las palabras en un juego. Así nos va.
Termino y lo hago agradeciendo a todo el personal y equipo del CEIP Azorín que hayan contado conmigo para desarrollar esta actividad. Agradecer a Verónica y a José Antonio la ayuda y la colaboración que me han prestado. Agradecer a Charo que me acompañara de nuevo y ver en sus ojos, lo que a veces los que estamos a su alrededor, no sabemos mirar. Y agradecer a todos los alumnos su activa participación, sus risas, alguna que otra lágrima por aquello de la responsabilidad y la mirada de todos a este mundo de la poesía.