Las dos entradas de un cine de verano, de una película que ya no recuerdo, pero que esperamos hasta el final para ver los títulos de crédito. La letra de una canción de un grupo que desapareció sin dejar rastro y que han repuesto en un programa de televisión un domingo por la tarde de este invierno pasado. Las cartas arrugadas dentro de los sobres abiertos, salvo la última que no tiene matasellos, ni remite, pero que dejé en el buzón de tu casa pero que nunca leíste, y me la devolviste por debajo de la puerta. La fotografía de un atardecer en la playa de nuestro primer otoño juntos. El bolígrafo de tinta roja con el que dibujaste en una servilleta de ese bar que cerramos al amanecer, un corazón atravesado por una flecha, pero que se difuminó una tarde de lluvia y tormentas. Un libro de poemas que no tiene dedicatoria, pero en el que escribiste tu nombre en todas las páginas impares. Una fotografía tuya tamaño carnet y otra que aparece rota por la mitad, porque algunas historias se quedaron a medias. Una cinta de casete donde grabaste tu voz para que me fuera la cama escuchando tus buenas noches. La postal que no enviamos de cuando estuvimos el fin de semana en Barcelona y pusimos en la puerta de la habitación del hotel la tarjeta de do not disturb, porque decidimos comernos el please. Nuestra última cajetilla de tabaco, donde quedaron tus labios marcados en la boquilla del último cigarro que nos fumamos juntos.
Esta mañana estuve ordenando el trastero y colocando las cajas en una estantería de metal.
Los buenos recuerdos hay que ordenarlos, clasificarlos y tenerlos siempre a mano 😉 Bonita entrada, Juan A.
Y si hace falta rescatarlos del olvido, no debemos tener miedo en hacerlo. Muchas gracias Lidia por tus palabras.
Un abrazo enorme
Me encanta esa sensación de abrir una caja que ya tenías olvidada y encontrar en ella objetos que te traen al presente recuerdos felices del pasado. Voy a ordenar yo también mi trastero.
Un bonito relato, Juan Antonio.
Un beso.
Todos tenemos un trastero donde guardamos recuerdos.
Un beso