No creo en esas Cenicientas protagonistas de cuentos,
en esas aspirantes a princesas que huyen en la media noche.
Las que regresan a sus casas en carrozas adornadas de lujo,
tiradas por corceles que sirven de lacayos
a los que pagan con dos monedas arrojadas con desprecio.
No creo en esos príncipes convertidos en zapateros
que se enamoran de lo primero que ve,
y que no saben lo que es el amor a primera vista,
ese que el ciego sabe ver, porque es el único,
el único que tiene ojos que conocen lo que es mirar.
No creo en ninguna de esas historias de finales,
en ninguna de sus moralejas escritas sobre un papel.
Solo creo en esos corazones de cristal,
lo que se rompen en silencio durante las madrugadas,
pero que con en el amanecer que se cuela entre las cortinas,
saben lo que es levantarse, poner los pies en el suelo, y volver a caminar.
Yo tampoco creo en esa leyenda del amor romántico que desde pequeña me han querido inculcar a través de cuentos de princicesas en apuros (bastante inútiles) y príncipes valientes a los que no les tocaba otra que salvar a la susodicha para después encerrarla en una «jaula de oro cristal» (pero una jaula al fin y al cabo).
Muy buena reflexión, Juan Antonio! Feliz domingo!
Muchas gracias Lidia. A veces nos olvidamos que los cuentos son cuentos, pero qué habría sido de nosotros sin los cuentos. Feliz domingo también para ti.
Por supuesto, la magia que pueden ofrecer los cuentos a los niños/as es incomparable, la lástima es que los tradicionales están llenos de estereotipos…
efectivamente, demasiados que después vamos descubriendo de su irrealidad
Muy bonito y triste a la vez. Pero hay corazones de cristal que son fuertes ante los » cuentos» que la vida nos hace leer a veces.Y lo que era bonito leer de niños no es más que una triste realidad otras. A veces el colorín , colorado… nos deja reflexionando. Y la vida sigue y esos corazones de cristal se hacen fuertes. Felicidades!!
Muchas gracias por tu comentario Carmen. Espero que esa reflexión en el colorín colorado pueda servir siempre de algo. En los cuentos existen tantos personajes, tantos animales que hablan, tantas brujas vestidas de hadas, que es necesario ver su conjunto. Un fuerte abrazo
Muy bueno, Juan Antonio. La realidad es muy distinta a los cuentos. Pero me gustaría saber qué fue de la Cenicienta después de que se casara con el príncipe. Seguro que tendrían más de una discusión. Tal vez incluso dejarían de quererse. Pero esa parte del cuento nunca aparece. Un saludo
Muchas gracias Mayte. Como cualquier cuento, nunca nos escriben la letra pequeña de las historias. Un saludo y mil gracias
Seguro que los cuentos tienen algo escondido en ellos, que a veces n sabemos ver.
Pero príncipes azules no hay y sin príncipe no hay princesa.
Saludos
Estás en todo lo cierto María José. No nos cuentan todos los detalles.
Saludos
Tampoco creo en esos cuentos, pero no hay que olvidar que muchos de ellos nacieron de leyendas medievales, época en que las mujeres solo podían aspirar a eso. Vistos desde ese contexto, pueden resultar incluso esperanzadores. Para mí, son metáforas plagadas de arquetipos, bastante interesantes.
Saludos, Juan Antonio.
Muchas gracias Zoe por tu comentario. Indudablemente tenemos que poner todo en el contexto, hasta las moralejas que de los cuentos se quieren extraer.
Saludos
Sí, no solo estan los de las princesas. Uno que me parece lindo es El Patito feo y uno que me parece traumático, es Hänsel y Gretel. Sin embargo, en todos ellos se repite el mismo patrón y tienen un final feliz.
Un abrazo 🙂
Corazones de frágil cristal,
corazones de hierro forjado
en la batalla de los días.
No existen princesas de cuento de hadas,
sólo princesas de carne y hueso,
anónimas,
y luchadoras.
Muchas gracias Dolors. Son a las princesas de carne y hueso a las que hay que prestar toda la atención porque son las que cada mañana despiertan a la vida.
Saludos
Con palabras tan sencillas un mensaje tan profundo…Excelente mensaje a la mujer. Gracias Juán Antonio!!!
Mil gracias Amparo por tus palabras. Es una simple reflexión que se mezcla con los versos.
Saludos y gracias a ti
Preciosa reflexión y que lógicamente comparto. Hace mucho que me bajé de la carroza, que no dejo que me prueben ningún zapato y sobre todo, estoy en el lugar de los luchadores, que los hay de muchos tipos, habemos algunos que llevamos barra de labios en el bolso.. un abrazo Juan Antonio