Somos dos caricias rotas. Dos gargantas que han desahuciado las palabras. Somos dos silencios que se escuchan en los rincones vacíos de la casa. Dos miradas de pupilas cerradas en la equidistancia. Somos un poema que quedó roto antes del primer verso. Dos vagabundos que caminan sobre el estiércol de flores marchitas. Somos el vértigo de dos equilibristas con zapatos de cristal.
Cada mañana, te sigues despertando a la misma hora, para mirarte en otro espejo, en el que ahora sonríes. Pero sonríes sabiendo que te burlas del pasado, y que pintas tus labios porque sientes la sequía de unos besos, que ahora se llenan del vacío de otra boca.
Ambos somos restos, somos restos de un amor. Ahora puedes llamarme por mi nombre, llámame Odio. Simplemente Odio.
Tristes «restos», que llegan como sensación de abandono.
Llegan.No te dejan indiferente.
Precioso. Me ha encantado!
Me has hecho verme reflejada, retratada, excomulgado a ser un despojo de mi misma. Quizá sea hoy o tal vez mañana pero soy un RESTO para desechar.
Felicidades.
Los silencios son inevitables, forman parte del todo inicial, con la pequeña diferencia del momento de su llegada, en función del tiempo dedicado a las “caricias rotas” Hay silencios que son auténticos tesoros cuando aparecen, creo que el odio siempre será el sentimiento menos adecuado para restaurar la barca hundida.
Saludos, Mar
Los restos efímeros mejor dejarlos en el pasado junto con el odio.. M gustaton tus letras.. Abrazos d luz
M gustaron, sorry jjj 😀