Adoración de lo efímero

En los próximos días vamos a vivir de forma intensa un aluvión de noticias con ocasión de las Olimpiadas que se van a celebrar en la ciudad de Londres, sin duda alguna, uno de los eventos de mayor repercusión no sólo deportiva, sino social, económica e incluso política, y con una enorme carga histórica a sus espaldas. Seremos testigos y asistiremos a la celebración de no sé cuantas modalidades deportivas, muchas de ellas sólo las vemos cada cuatro años, y viviremos con intensidad las emociones, las ilusiones y los esfuerzos de los deportistas, como si de algo propio se tratara,…. y se alcanzarán nuevos récords, lo que pone de relieve como el ser humano es capaz de superar sus propios límites.

Carl Lewis, Maurice Green, Usain Bolt,….Patrick Makau, Wilson Kipsang y Haile Gebrselassie, ¿sabemos quiénes son? Seguramente, los tres primeros nos resulten muy conocidos, han sido vencedores de la prueba de atletismo de los cien metros lisos, y probablemente, y salvo que seamos grandes aficionados al atletismo, los otros tres atletas no los identifiquemos, pueden resultarnos casi desconocidos, y sin embargo han sido los ganadores de la prueba de la maratón. Es curioso que seamos capaces de identificar rápidamente a los vencedores de una prueba que tan sólo tarda en celebrarse poco más de nueve segundos, sí,… sólo nueve segundos, prácticamente un suspiro, y sin embargo, los ganadores de la prueba de maratón, que recorren más de cuarenta kilómetros, y que tardan algo más de dos horas en realizarlo, son prácticamente unos desconocidos para todos nosotros.

Conocido es que la prueba de maratón tiene su origen en el mito de la carrera del guerrero griego Filípides, que recorrió la distancia de cuarenta kilómetros existente entre las ciudades de Maratón y Atenas, para anunciar la victoria sobre el ejército persa…..y sin embargo, la carrera de cien metros tiene una corta historia, forma parte de las disciplinas olímpicas de la era moderna. Esta circunstancia que a primera vista puede no ser llamativa, ni siquiera relevante, sin embargo me lleva a pensar que el nacimiento de una prueba que tiene tan corta duración en el tiempo es el reflejo la sociedad «moderna» en la que vivimos.

Durante los próximos días nos sentaremos frente a la pantalla del televisor y comprobaremos como la prueba de los cien metros lisos se verá rodeada de una gran expectación, será anunciada por los propios medios de comunicación como la gran prueba,…y sin embargo, apenas dura nueve segundos. ¡¡Párate!!….deja de respirar durante nueve o diez segundos,…en ese tiempo, corto, ocho hombres se convertirán en las estrellas de este planeta. Apenas nueve segundos y algunas décimas…. Y sin embargo, durante algo más de dos horas, en el recorrido de algo más de cuarenta kilómetros, ¿cuántas cosas podremos hacer?, ¿cuantas reflexiones, cuantos sucesos?, pero…¿quién recuerda el esfuerzo de los hombres de la maratón?, ¿te has parado a pensar en esa distancia? ¿en su duración?

Quiero desde aquí alabar el esfuerzo y el trabajo que existe detrás de cada prueba, pero hay algo que me llama la atención entre ambas, y es el sacrificio que hay detrás de una carrera que dura más de dos horas y en la que se recorre esa larga distancia, y pese a ello, mantenemos en la memoria al vencedor de una prueba que tan solo dura nueve o diez segundos, y sin embargo, al ganador de la prueba de la maratón, éste cae rápidamente en el olvido, no parece tener el mismo reconocimiento social, mediático, económico…

La diferencia entre ambas pruebas deportivas es un reflejo de esta sociedad, que hemos construido sobre unos valores cuantos menos discutibles, los de la inmediatez, los de un éxito repentino, los de un falso espectáculo. Creo que nos hemos convertido en aduladores de lo efímero, idolatramos el éxito del «ya», alabamos la obtención de un resultado inmediato, nuestra sociedad entroniza a todo aquello que no perdura. Somos capaces de adorar a aquellos que obtienen un resultado inmediato, les reconocemos un protagonismo, lo integramos rápidamente en este espectáculo de consumo; y sin embargo, parece que nos olvidamos de los éxitos, de los logros que se alcanzan tras años de trabajo, con un sacrificio y esfuerzo muchas veces callado, silencioso, pero cuyos resultados se obtienen a lo largo del tiempo. Los estudiantes, los profesores y docentes, los profesionales de la medicina, los hombres y mujeres del campo, los investigadores, los pensadores…. nos olvidamos de todos ellos, sus resultados no son inmediatos, no son producto de esta sociedad de consumo rápido en la que nos hemos convertido.

Por todo, mi recuerdo y reconocimiento va dirigido a todos aquellos corredores de la maratón de la vida, los que practican una carrera de fondo, los olvidados, y muchas veces desprestigiados, por esta sociedad que hemos construido.

Juan Antonio González

NOTA.- Quiero aclarar que en ningún caso existe una infravaloración por el trabajo de aquellos atletas que se dedican a las pruebas de corta distancia, por cuanto sé del trabajo y esfuerzo que realizan los mismos. A todos, les debo mi admiración y mi respeto.

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