ETC.


Acaba el año,
y lo hace como lo empezamos,
escribiéndole subtítulos al tiempo,
mirando el calendario de meses que están por venir
y de aquellos otros que se han marchado.
Acaba el año,
y lo hace rodeado de los buenos deseos,
de aquellos que son sinceros
y los de los hipócritas,
que se cruzan por nuestro camino.
Acaba el año,
y lo hace como siempre,
con esa palabra que llena los sacos rotos,
y que cada noche se posa
en las almohadas frías del silencio.
Acaba el año,
y lo hace con el breve resumen,
de miradas que se pierden en la distancia
por unos ojos que no saben dónde mirar,
porque más de un ojalá
se lo ha llevado el viento.
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Entre el ruido de los coches
que aceleran al pasar por la esquina
y las motos que se escapan de los semáforos en rojo.
Entre los gritos de los niños
que salen del colegio un viernes a mediodía,
y dejan vacías las aulas con el sonido del silencio.
Entre las máquinas excavadoras que rompen el asfalto
de la plaza que han cambiado su nombre
y no aparece en el Google Maps.
Entre la lluvia que llega,
en este otoño que aún no ha comenzado
y el olor a castañas que no saben a tierra.
Entre las caricias de sus manos
que han palpado las mejillas que arden
por el calor de dos cuerpos que nunca se han visitado.
Entre tanto que dicen,
son sus ojos que no pueden ver,
pero que saben mirar en la oscuridad de su ceguera.
Y de entre tanto y tanto,
la gente murmura,
dicen que fue un amor a primera vista,
pero que ninguno de los dos,
vieron llegar.