METAFÓRICAMENTE HABLANDO

 

 

PREMIO NOBEL DEL AMOR

Con los codos apoyados en la barra de un pub, donde han decidido incumplir el horario de cierre, olvidarse del limitador de decibelios y tachar el cartel de prohibido fumar, cuatro clientes agotan los restos de una copa de whisky de garrafa que ha perdido su color, pero que dicen que una vez tuvo etiqueta de cuarenta años. Apuran los últimos sorbos de alcohol entre los cubitos de hielo que han desaparecido en el cambio climático de una madrugada donde el único sexo que encontrarán será masturbarse en la soledad de las sábanas frías de una cama vacía. Hablan, hablan, no paran de hablar. En el aire denso de las horas, de las luces que se van apagando en uno de los rincones de ese pub del que he olvidado su nombre, encienden otro cigarro más, de una cajetilla de tabaco que se arruga y abandona entre los ceniceros llenos de colillas. El ambiente se hace irrespirable, pero hablan, hablan, siguen hablando sin parar. Y entre tanto, al otro lado de la barra, el camarero que a esas horas se llama barman, sube el volumen de la música y manda a la mierda los decibelios, para que ninguno escuche el sonido metálico de las monedas que caen al suelo de los bolsillos de uno de ellos, que se tambalea al levantarse de la silla donde llevaba dos horas sentado. Ríen, ríen, uno suelta una carcajada, y entre risas, siguen hablando sin parar. El camarero, ese que se sigue auto proclamando barman, se desabrocha un botón de la camisa negra que lleva, se aparta en silencio hasta el final de la barra y se queda observando de reojo la puerta por si llega la policía para cerrar el pub. IMG_1623

Creo que es demasiado tarde, no sé la hora que es, porque he perdido el reloj y el móvil se ha quedado sin batería. Me marcho, dejo un billete de cincuenta euros sobre el mostrador, para que el de la camisa negra se cobre y quede con la propina. Me marcho, ya es hora de acabar mi turno de noche, debo volver a sacar punta al lápiz del 0,5 con el que escribo a veces en las servilletas de los bares. Frases donde el verbo y el predicado buscan al sujeto perdido. Frases en forma de versos que envuelven pequeños mensajes sin sentido alguno, y que terminan arrugados y arrojados al cubo de una basura que nunca se recicla. Me marcho, pero dicho lo cual, espero que el dueño se ese bar convertido en pub que frecuento cada noche, no me aparte los servilleteros de la mesa cuando me vea entrar, porque cada día creo que vivimos de la única manera que sabemos, metafóricamente hablando.

 

 

 

AMOR A PRIMERA VISTA

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Entre el ruido de los coches
que aceleran al pasar por la esquina
y las motos que se escapan de los semáforos en rojo.

Entre los gritos de los niños
que salen del colegio un viernes a mediodía,
y dejan vacías las aulas con el sonido del silencio.

Entre las máquinas excavadoras que rompen el asfalto
de la plaza que han cambiado su nombre
y no aparece en el Google Maps.

Entre la lluvia que llega,
en este otoño que aún no ha comenzado
y el olor a castañas que no saben a tierra.

Entre las caricias de sus manos
que han palpado las mejillas que arden
por el calor de dos cuerpos que nunca se han visitado.

Entre tanto que dicen,
son sus ojos que no pueden ver,
pero que saben mirar en la oscuridad de su ceguera.

Y de entre tanto y tanto,
la gente murmura,
dicen que fue un amor a primera vista,
pero que ninguno de los dos,
vieron llegar.

SUMERGIRME 

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Quiero sumergirme,
nadar en tu líquido amniótico, nacer en tu mundo,
estar un minuto dentro de ti.
Quiero sumergirme,
contener la respiración, sólo para vivir.
Sentir lentamente como la frontera de tu cuerpo me inunda los sentidos,
acallando el ruido de ahí afuera por el sonido tu voz.
Descender a tus profundidades aunque nada nos separe,
ocultarme de todos y mostrarme sólo a tu piel.

Quiero sumergirme, traspasar la línea,
cerrar los ojos
y por una vez, saber lo que es mirar sin ver.
Quiero sumergirme,
aunque mi rostro se corte en el filo de la navaja de tu frialdad
y la sal de tu vida quede en mis labios,
sabes que deseo regresar al lugar donde un día te encontré.

Y por fin, estoy dentro de ti,
me sumerjo en tu sangre, esmeralda alguna vez,
difuminado cielo azul que bajó a la tierra para convertirse en mar.
El tiempo se detiene, los segundos corren sin saber su destino,
respiro sin respirar,
sólo escucho tus latidos, en tu silencio intuyo las voces del exterior.
Siento miedo ahí afuera, tú transformas la angustia en calma.
Siempre supiste que la debilidad esconde su mayor valor,
ser fuerte cuando nadie quiso quedarse a tu lado
en el frío invierno que está por llegar.
Emerge mi cuerpo de tu interior.