LA VOZ NOCTURNA

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Me has arrancado noches
con madrugadas que nunca llegaron.
En mi garganta, seca por el deseo,
se me desgarra la boca en la tragedia
de unos besos que mis labios ignoran.

Me has arrancado noches
donde pierdo la razón
asfixiado por el silencio de tu piel.
Entre mis sábanas escondo la improvisación
de tus manos que nunca me han rozado.

Me has arrancado tantas noches
que te llevaste las lunas de mayo.
Apagaste la luz de una habitación
que no esperó a la primavera,
olvidada en un desierto sin nombre
al otro lado del mundo.

Me has arrancado otra noche
y ya no sé cuántas van
en este ábaco de cuentas perdidas.
El tiempo me hace caer en la trampa
de volver a escuchar  tu voz.

TU HOMBRO IZQUIERDO

 

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Cuando extiendo mi mano
tengo miedo a las sábanas frías,
a que no estén arrugadas
en esta cama deshecha.
A descorrer las cortinas
para que la oscuridad nos invada
y se escuchen las voces
de esos que ahora regresan al amanecer.

Cuando extiendo mi mano
tengo miedo a despertar
sin ver tu espalda desnuda,
a no poder acariciar tu nuca
mientras beso tu hombro izquierdo.

QUIERO DESPERTAR A TU LADO

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Quiero despertar a tu lado. Que nuestros ojos se pierdan en las primeras luces de la mañana. Que desnudo tu cuerpo, te sientes sobre las sábanas arrugadas de la noche y apoyes la espalda en el cabecero de la cama. Que entre tus piernas, me enrede y comience a perderme. Que mis labios recorran el interior de tus muslos hasta llegar a ese lugar. Tu intimidad arde. Tus manos se sienten firmes, tu fuerza es para atarme a ti. Me aprisionas a tu cuerpo. Me empujas. Me llevas a tu locura, a mi locura. Cierras los ojos, intentas levantar tus nalgas, suspender tus caderas en el aire. Tus piernas se clavan entre las telas blancas, mientras mi boca siente la suave humedad de ese pecado que se abre al placer. Me llenas de ti.

Quiero despertar a tu lado. Seguir. Que te tumbes en la cama. Que sobre tu cuerpo sientas el mío. Que tus manos se aferren a las sábanas. Que rasguen el deseo, ese que hace un momento nos dijimos al oído. Susurras  palabras que sólo tú conoces. Dos cuerpos son uno. Yacemos en la horizontalidad de la pasión. Nos movemos para que me sientas dentro de ti. Te siento en mí. No podemos parar. Tus piernas me rodean, mis manos te sujetan. Tu boca, mi boca, nuestras lenguas. Queremos escapar, pero no sabemos dónde huir. Tus labios se muerden para gritar en silencio. Descubres tu cuello para que mi boca lo muerda. Somos dos presas que caemos en nuestras propias trampas.

Quiero despertar a tu lado. Seguir follando. Que no sepamos dónde se marchó el tiempo. Que te sientes sobre mí, que te muevas lentamente mientras mis manos sujetan tus caderas, que suben por tu vientre, hasta llegar a tus senos, acariciarlos, para llegar a tu boca, y muerdas mis dedos que saben a ti. Jadeamos. Gemimos. Cerramos los ojos. Los abrimos. Ambos somos esclavos. Yo de ti, tú de mí. Has derramado tu vida en mí, y dentro de ti, sientes el calor de esa lava que explota por el deseo de dos cuerpos que se han derrumbado al amanecer. Quiero despertar a tu lado.