EL HOMBRE INVISIBLE

El hombre invisible - Película 1933 - SensaCine.com

Las series de televisión están de moda. A decir verdad, nunca han dejado de estarlo. Las plataformas digitales han convertido a este producto en su menú del día. Observo el mando a distancia. Quién manda, me pregunto. Entre las series más vistas de este mes de enero que acaba con las ausencias de las rebajas y una cuesta que la pandemia ha transformado en una empinada rampa, una que me recuerda a los años 70, El hombre invisible, una adaptación de aquel clásico personaje de la novela de H.G. Wells.

Un capítulo y después otro. La historia de terror me deja indiferente. Tampoco ha sido para tanto. Mejores adaptaciones he visto y mucho más terroríficas. No culpo a la película, tal vez, un poco de cansancio después de un mes de enero lleno de horas en el despacho dedicado a que los clientes cumplan con sus obligaciones con el fisco.

Las secuelas del 2020 se ven reflejadas en las cuentas y en los números, pero sobre todo en los rostros. Aplazamientos, fraccionamientos, cuentas bancarias sin saldo, NRCs y plazos y más plazos. Te preguntan qué sucede con su devolución del IRPF, dónde se encuentra ese dinero que ahora les ayudaría a salvar en parte esta situación y no quedar ahogados. Dónde están las medidas que ayudarían a paliar la carga tributaria que se echa encima como regalo que llega después de los días navideños.

He dulcificado en parte estas escenas porque muchas de ellas se emiten en horario infantil, pero algunas de ellas son de terror. Este mes de enero es más parecido a un Halloween, donde el Fisco envía a su Hombre invisible con medidas que poco ayudan a esta situación. Buen ejemplo de ello fue el Real-Decreto Ley publicado el día antes de Nochebuena y decidir que entre las medidas fiscales de apoyo a los autónomos y pymes era de establecer plazos especiales de aplazamiento/fraccionamiento para las liquidaciones tributarias a presentar durante el mes de abril de 2021. ¿Qué ha ocurrido con las de enero?, pues simplemente que el Ejecutivo ha decidido que ahora había que pasar por caja sin tener en cuenta lo que está cayendo.

Pero la cosa no queda ahí. El hombre invisible también se esconde en la interpretación de las normas y un ejemplo de ello es la Consulta Vinculante V3641-20 , en la que de manera resumida excluye la posibilidad de deducir determinados gastos por suministros debido a la situación derivada del COVID-19.  

Una vez más, la Administración Tributaria parece obviar la situación en la que nos encontramos e interpreta las normas olvidando la realidad social en la que estamos inmersos. Habrá que recordar que el art. 12 de la Ley General Tributaria y el art. 3 del Código Civil marca sus reglas de interpretación.

Las series siguen estando de moda. He terminado de ver El hombre invisible y ahora he comenzado con una versión moderna de Pinocho.

(https://petete.tributos.hacienda.gob.es/consultas/?num_consulta=V3461-20)

TAMBIÉN EXPLOTO

No soy ninguna estrella de redes sociales ni me hago videos virales, pero a pesar de la calma y la serenidad que intento transmitir a los que me rodean, también llega el momento de explotar y hasta de usar vocablos que, aunque malsonantes, vienen bien de vez en cuando utilizar porque es necesario desahogar hasta el lenguaje.
Estoy hasta la misma polla de todos esos que salen a la calle olvidando la situación en la que nos encontramos. Todos esos hijos de puta que están ayudando a que esta situación se retrase en encontrar una solución. A todos esos mal nacidos (esto será lo más suave que les digo) que parecen no darse cuenta de que estamos viviendo momentos que son de una extrema gravedad.
Y sí, estoy hasta los cojones de ver que hay gente que sale a la calle sin la más mínima precaución, caminando en pareja como si no pasara nada. Ayer no pude consolar las lágrimas de mi pareja, no pude acariciarle el rostro al verla llorar, ayer solo pude hablarle con la distancia que hasta dentro de mi casa mantenemos, porque ambos sabemos que tenemos personas cerca que forman parte de ese grupo de riesgo, de ese riesgo en el que yo mismo me encuentro por mi salud.
Y no hablo aún de las consecuencias económicas que todo esto tendrá, porque mi empresa también se verá afectada por esta situación y en la que todo mi equipo está trabajando en este momento para dar la máxima normalidad y a los que debo agradecer el esfuerzo que están realizando.
Pero sí, estoy hasta la mismísima polla de todos esos cabrones que van por la calle como si no fuera con ellos la cosa, a muchos que van de guay por la vida y que deberían esconderse en sus casas porque son unos sinvergüenzas.
En fin, creo que también llega el momento de que uno explote, porque tengo a mi alrededor a gente a la que quiero y que sé que su vida en estos momentos solo depende, tal vez, por un hilo de suerte.