CULPABLE

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Me declaro culpable,
de dibujar sobre el pupitre
el garabato de un corazón

herido por una flecha sin punta.
Culpable de escribirte versos
en las puertas de los baños
de cada uno de los bares
que cada noche cerramos.

Me declaro culpable,
de llamarte a las cuatro de la madrugada
despertar los pájaros a pedradas
abrir las ventanas en otoño
y sacudir las sábanas, de las flores secas
que esparcimos durante el último verano.
Culpable de fumarnos a besos
lo que estaba escrito en una cajetilla
de cigarros americanos.

Me declaro culpable,
de escribir tu nombre
en el margen de un periódico
abandonado en la cafetería
donde nos ponían churros sin chocolate
y un café frío con sacarina.
Culpable de vaciar el cajero de aquel banco
arrojar las monedas a una fuente sin agua
romper las botellas de cerveza
contra una señal de prohibido el paso.

Me declaro culpable,
de saltarme los semáforos en rojo
cruzar la ciudad por la noche
apedrear las farolas de una calle sin salida.
Culpable de entrar en tu habitación
y robarte durante el insomnio
lo que un día soñaste entre pesadillas.

Me declaro culpable
de lo que tú te condenas inocente.

DIFUMINADO

 

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Una imagen desenfocada es el inicio de cualquier historia. Una fotografía donde se difuminan los contornos, donde no existen fronteras que marquen territorios, donde no hay líneas dibujadas en un mapa. Una instantánea aparentemente irrelevante de un momento cualquiera, de ese que la memoria dibuja entre los recuerdos perdidos durante las horas de un reloj que es incapaz de detener el tiempo, de ese tiempo que se escapa de nuestras manos.

No pierdas de vista esta imagen, porque tras ella se esconde lo que un día comenzó como aquella fotografía en blanco y negro donde alguien dijo que allí latía el corazón, que la vida comenzaba a tomar forma, que el aire irrespirable del exterior se convertiría en el oxigeno para unos pulmones que estaban por formarse. No pierdas de vista lo que está difuminado, porque detrás de esa imagen se esconde la portada de un libro, mi segundo libro, donde los poemas buscarán con la ansiedad de un lobo hambriento, encontrar algunas respuestas  a las preguntas que a veces nos realizamos.