Las otras historias de Canfranc

 

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En la Estación Internacional de Canfrac, la avaricia dorada circuló por aquellos raíles al cruzar la frontera. El mineral traspasó el túnel para convertirse en máquinas de guerra que acabaron con cientos de miles de vidas. El odio de dos dictadores se encontraron en el mismo andén. La miseria y la hambruna se escondió entre los vagones. Pero ni el frio ni la nieve impidieron los sueños de libertad de muchos que cruzaron aquel punto fronterizo, como los que hoy cruzan las vallas con cuchillas y los muros del miedo.

La Estación ha tenido tantas historias como gente desconocida la ha pisado. Desde los obreros que pusieron las primeras piedras en ese edificio que no te deja indiferente por su belleza, hasta el último viajero que se ha bajado de uno de sus vagones para poner los pies en el Puerto de Somport. Historias reales y leyendas. Protagonistas principales. Actores de reparto, esos que no salen en los títulos de crédito, pero que sin ellos la historia no podría escribirse. La Estación Internacional de Canfranc es el lugar idóneo para convertirse de nuevo en ese punto de unión que acabe con aquella frontera que el tiempo un día se encargó de cerrar.

Canfranc relatos de ida y vuelta es antología de doce historias que nacen de la pluma de un grupo de escritores que han decidido subirse a este tren. Carolina B. Villaverde, Paulina Cierlica, Romani del Burgo Rubio, Ana Escudero Canosa, Miriam Giménez, Juan Antonio González, Luisa Jiménez Carnero, Esther Magar, Esther Mor, Alejandro Morcillo, Vanesa Sánchez Martín-Mora y Laura Vélez han viajado en su propio vagón imaginario y después de varios meses de trabajo, este proyecto literario ha visto la luz.

En sus más de doscientas páginas, los protagonistas de cada historia te acompañarán a otro tiempo y te mostrarán escenarios y paisajes. Te harán descubrir sucesos y acontecimientos y serán la puerta de entrada para que conozcas ese lugar lleno de una magia especial como es la Estación Internacional de Canfranc.   

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El próximo día 20 de diciembre, en el Centro Cívico Juan de la Cierva, en la ciudad de Getafe, se presentará públicamente este libro que tiene un fin solidario y en el que todos sus derechos van destinados a ayudar a la Asociación ALMA, entidad sin ánimo de lucro que lucha por la normalización del día a día de los niños plurisdiscapacitados y de su inserción en la sociedad.

El tren está a punto de salir. 

¡Viajeros al tren!

 

EL PAPEL HIGIÉNICO

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El sábado es el peor día de la semana para hacer la compra. Si las cadenas de supermercados, hipermercados y otras fórmulas comerciales leyeran esta reflexión, me cerrarían las puertas y un guardia de seguridad me pondría de patitas en la calle. Pero desde hace algunos años dejé de hacer la compra ese día, porque se me hizo poco soportable comprobar como uniformados con chándal y a lo loco, las familias, en todas sus vertientes y sentido, asaltan las estanterías como si el planeta hubiese entrado en la fase de cataclismo final.
Esta mañana mientras recorría con ese coche de la compra debidamente trucado los pasillos del comercio cuyo nombre no pronuncio, me detuve frente a la estantería donde se encuentran los diferentes tipos, modelos y marcas de papel higiénico. Examiné con detenimiento no solo el precio, sino la composición y calidad del papel, su origen y el fabricante. «Si necesita ayuda, pregúnteme lo que desee» me dijo un chico muy amable y debidamente aleccionado para satisfacer al cliente. Lo miré con cierto rubor porque pensé que podríamos mantener una larga conversación acerca de ese artículo cuyo destino es suficientemente conocido. Afortunadamente, el joven que tiene gran experiencia en el sector, comprobó como desistí de su ofrecimiento con un leve movimiento de cabeza.
En mi estudio predoctoral del papel higiénico, se me vino a la mente el recuerdo de aquel perro desenrollando cientos de metros de papel. Pensé que más de una vez, por aquella Ley de Murphy, el baño de algún bar se encontraba sin él, con las dificultades y contratiempos que ello genera. Y por aquellos juegos de la imaginación, tuve la sensación de que aquellos paquetes de rollos de papel higiénico discutían entre sí porque querían acabar en el trasero de un cliente y no en el de otro.
Opté por uno muy suave. Tomar esa decisión es probable que tenga un gran componente de recuerdo de la infancia, porque mi madre siempre decía que para el culo lo mejor es el papel que se deslice con suavidad.
Alejado de cualquier pensamiento escatológico que se puede asociar al papel higiénico, cuando estaba pasando por la caja para pagar la compra semanal, el mismo chico que quiso ayudarme y que también hacía funciones de cajero, me dijo que había elegido bien y que volvería a repetir. No supe qué decirle porque en la cola había gente esperando y creo que todos se me quedaron mirando el trasero.
Ya en el parking, colocando la compra en el maletero del coche, mientras pensaba en el papel higiénico y en las palabras de aquel chico para todo, me encontré algunas papeletas de las últimas elecciones generales. Acaricié el papel, y su textura no era la misma que la del papel higiénico que había comprado. Miré el nombre de todos los candidatos, que me resultaban desconocidos y que al parecen iban a defender los intereses de mi provincia. Y en la radio una tertulia periodística discutía acerca de los acuerdos firmados por los políticos para alcanzar un próximo gobierno.

¿Cómo será el papel en el que estampan sus acuerdos? me pregunté.