Desordenado noviembre

Algaradas y tumultos.

Amor y pasión.

Disturbios y desorden.

Susurros y caricias.

Hace dos años vivimos un desordenado noviembre de 2023. Las primeras planas de los periódicos y las cabeceras de las noticias de radio y televisión recogían las protestas por la aprobación de la amnistía. Regresaba la tensión, las discusiones, los enfrentamientos, la dialéctica rota. Algún dirigente político proclamó que las concentraciones frente a las sedes del partido de la rosa eran antidemocráticas.

Han transcurrido más setecientos días de aquellos acontecimientos y ahora este noviembre no resulta muy diferente de aquel.

En esta permanente situación de conflictos y desavenencias de los llamados servidores públicos y en este goteo constante políticos miserables, me pregunto qué habría dicho el PP de la comunidad autónoma valenciana si lo sucedido con motivo de la famosa dana hubiera estado gobernando el PSOE en Valencia. Pero al mismo tiempo, me pregunto qué habría hecho el PSOE a nivel nacional si hubiera sido el PP el promotor de la aprobación de la amnistía.

El panorama político resulta desalentador. A veces creo que necesitan que estemos hastiados. Pero hoy como entonces, mientras algunos encienden las alarmas por la supervivencia de la democracia, siempre quedarán los que harán del amor sus noches azules.

 

Dos palabras

He decidido usar dos palabras en lugar de una. Despedir con un adiós a un compañero de viaje sería lo más adecuado, pero cuando utilizo ese «hasta siempre» lo hago porque tengo la impresión de que en algún momento existe una pequeña puerta abierta para su regreso.

Ha estado a mi lado durante los últimos cuatro años. Ni mucho ni poco, tal vez el tiempo necesario. Pero hace unos días tuve la extraña sensación de que me pedía descansar, que necesitaba apartarse y dejar su espacio a otro bolígrafo con la fuerza y el ímpetu de quien desea comenzar a contar su propia historia.

En estas últimas horas me he resistido a colocarlo en su caja, a que vuelva a ese lugar donde un día lo descubrí. Junto a esas dos palabras, tal vez, las últimas que haya escrito, he dejado que se encuentre con quien vendrá ahora a sustituirlo. Quizás, no lo sé, no sea justo que pronuncie la palabra sustituir, porque para mí ha sido insustituible. Porque, a pesar de ser un objeto totalmente inanimado, ha sido el instrumento imprescindible para dar vida a lo que solo estaba en mi cabeza.

He dejado pasar las horas y ha llegado la hora. Por mis manos han pasado muchos como él, pero ninguno ha sido capaz de soportar las palabras y los silencios, las tachaduras y las frases inacabadas.

Te deseo un buen descanso.